lunes, 26 de abril de 2010

STEPHEN HAWKING AFIRMA QUE LOS ALIENS EXISTEN. PROPONE EVITAR CONTACTO CON ELLOS



El científico británico Stephen Hawking dijo que es racional asumir que existe vida inteligente en otros planetas pero que los humanos deben evitar contacto con ellos. Advirtió que los "aliens" posiblemente harían una incursión en la Tierra para proveerse de recursos y luego se irían. Lo dijo durante la emisión de un reciente programa estrenado en Discovery Channel.

El destacado astrofísico y escritor del afamado libro "Breve Historia del Tiempo" añadió que si los extraterrestres visitaran nuestro planeta, el resultado sería similar a cuando Cristóbal Colón llegó a América, encuentro en el cual, sostuvo, los nativos del continente americano no fueron los más beneficiados.

Hawking piensa que es un error que el hombre se obsesione en tentar puentes de comunicación con éstos seres cuando lo que debería es "hacer todo lo posible por evitar el contacto" en clara referencia al envío constante de señales de radio y a las sondas enviadas que contienen información de nuestra especie y el lugar donde se encuentra situada La Tierra. "Solo tenemos que observarnos a nosotros mismos para darnos cuenta de cómo un organismo inteligente puede tornarse en algo que no quisiéramos conocer", reflexionó.

El profesor Hawking dijo también: "para mi cerebro matemático, solo los números me hacen creer que la existencia de los extraterrestres es perfectamente posible. El gran reto es predecir qué forma tendrían estos seres".

VIDA EN MARTE?
Por su parte, otros investigadores como el profesor Brian Cox, físico de la Universidad de Manchester, Reino Unido, también han sugerido que puede existir vida dentro del Sistema Solar.

El experto se refirió a organismos que podrían estar presentes bajo el hielo que envuelve a Europa, una de las lunas de Júpiter. E incluso sugirió una idea algo más controversial "más cerca de casa, las evidencias de que podría existir vida en Marte están aumentando, solo lo sabremos con certeza cuando la próxima generación de naves espaciales sean lanzadas a las lunas de Júpiter y a los áridos terrenos de Marte en las próximas décadas".

PD: nota extraida de la BBC mundo.

aqui los dejo con un videito que les va a encantar... DAVID BOWIE - LIFE ON MARS?

viernes, 16 de abril de 2010

HANS KUNG CRITICA A RATZINGER Y PIDE CAMBIOS EN LA IGLESIA CATOLICA A TRAVES DE CARTA ABIERTA



El teólogo Hans Küng dirige una carta abierta a los obispos católicos llamando a desobedecer las normas impuestas actualmente por El Vaticano. Califica a Joseph Ratzinger (Benedicto XVI) como el Papa de las oportunidades perdidas y pide al clero que reaccione ante la crisis de la Iglesia, agudizada recientemente por los abusos a menores de edad. Aqui el texto completo.

CARTA ABIERTA A LOS OBISPOS CATOLICOS DE TODO EL MUNDO, por HANS KUNG. Traducción: Jesús Alborés Rey


Estimados obispos,

Joseph Ratzinger, ahora Benedicto XVI, y yo fuimos entre 1962 1965 los dos teólogos más jóvenes del concilio. Ahora, ambos somos los más ancianos y los únicos que siguen plenamente en activo. Yo siempre he entendido también mi labor teológica como un servicio a la Iglesia. Por eso, preocupado por esta nuestra Iglesia, sumida en la crisis de confianza más profunda desde la Reforma, os dirijo una carta abierta en el quinto aniversario del acceso al pontificado de Benedicto XVI. No tengo otra posibilidad de llegar a vosotros.

Aprecié mucho que el papa Benedicto, al poco de su elección, me invitara a mí, su crítico, a una conversación de cuatro horas, que discurrió amistosamente. En aquel momento, eso me hizo concebir la esperanza de que Joseph Ratzinger, mi antiguo colega en la Universidad de Tubinga, encontrara a pesar de todo el camino hacia una mayor renovación de la Iglesia y el entendimiento ecuménico en el espíritu del Concilio Vaticano II.

Mis esperanzas, y las de tantos católicos y católicas comprometidos, desgraciadamente no se han cumplido, cosa que he hecho saber al papa Benedicto de diversas formas en nuestra correspondencia. Sin duda, ha cumplido concienzudamente sus cotidianas obligaciones papales y nos ha obsequiado con tres útiles encíclicas sobre la fe, la esperanza y el amor. Pero en lo tocante a los grandes desafíos de nuestro tiempo, su pontificado se presenta cada vez más como el de las oportunidades desperdiciadas, no como el de las ocasiones aprovechadas:

- Se ha desperdiciado la oportunidad de un entendimiento perdurable con los judíos: el Papa reintroduce la plegaria preconciliar en la que se pide por la iluminación de los judíos y readmite en la Iglesia a obispos cismáticos notoriamente antisemitas, impulsa la beatificación de Pío XII y sólo se toma en serio al judaísmo como raíz histórica del cristianismo, no como una comunidad de fe que perdura y que tiene un camino propio hacia la salvación. Los judíos de todo el mundo se han indignado con el predicador pontificio en la liturgia papal del Viernes Santo, en la que comparó las críticas al Papa con la persecución antisemita.

- Se ha desperdiciado la oportunidad de un diálogo en confianza con los musulmanes; es sintomático el discurso de Benedicto en Ratisbona, en el que, mal aconsejado, caricaturizó al islam como la religión de la violencia y la inhumanidad, atrayéndose así la duradera desconfianza de los musulmanes.

- Se ha desperdiciado la oportunidad de la reconciliación con los pueblos nativos colonizados de Latinoamérica: el Papa afirma con toda seriedad que estos "anhelaban" la religión de sus conquistadores europeos.

- Se ha desperdiciado la oportunidad de ayudar a los pueblos africanos en la lucha contra la superpoblación, aprobando los métodos anticonceptivos, y en la lucha contra el sida, admitiendo el uso de preservativos.

- Se ha desperdiciado la oportunidad de concluir la paz con las ciencias modernas: reconociendo inequívocamente la teoría de la evolución y aprobando de forma diferenciada nuevos ámbitos de investigación, como el de las células madre.

- Se ha desperdiciado la oportunidad de que también el Vaticano haga, finalmente, del espíritu del Concilio Vaticano II la brújula de la Iglesia católica, impulsando sus reformas.

Este último punto, estimados obispos, es especialmente grave. Una y otra vez, este Papa relativiza los textos conciliares y los interpreta de forma retrógrada contra el espíritu de los padres del concilio. Incluso se sitúa expresamente contra el concilio ecuménico, que según el derecho canónico representa la autoridad suprema de la Iglesia católica:

- Ha readmitido sin condiciones en la Iglesia a los obispos de la Hermandad Sacerdotal San Pío X, ordenados ilegalmente fuera de la Iglesia católica y que rechazan el concilio en aspectos centrales.

- Apoya con todos los medios la misa medieval tridentina y él mismo celebra ocasionalmente la eucaristía en latín y de espaldas a los fieles.

- No lleva a efecto el entendimiento con la Iglesia anglicana, firmado en documentos ecuménicos oficiales (ARCIC), sino que intenta atraer a la Iglesia católico-romana a sacerdotes anglicanos casados renunciando a aplicarles el voto de celibato.

- Ha reforzado los poderes eclesiales contrarios al concilio con el nombramiento de altos cargos anticonciliares (en la Secretaría de Estado y en la Congregación para la Liturgia, entre otros) y obispos reaccionarios en todo el mundo.

El Papa Benedicto XVI parece alejarse cada vez más de la gran mayoría del pueblo de la Iglesia, que de todas formas se ocupa cada vez menos de Roma y que, en el mejor de los casos, aún se identifica con su parroquia y sus obispos locales.


Hans Küng

Sé que algunos de vosotros padecéis por el hecho de que el Papa se vea plenamente respaldado por la curia romana en su política anticonciliar. Esta intenta sofocar la crítica en el episcopado y en la Iglesia y desacreditar por todos los medios a los críticos. Con una renovada exhibición de pompa barroca y manifestaciones efectistas cara a los medios de comunicación, Roma trata de exhibir una Iglesia fuerte con un "representante de Cristo" absolutista, que reúne en su mano los poderes legislativo, ejecutivo y judicial. Sin embargo, la política de restauración de Benedicto ha fracasado. Todas sus apariciones públicas, viajes y documentos no son capaces de modificar en el sentido de la doctrina romana la postura de la mayoría de los católicos en cuestiones controvertidas, especialmente en materia de moral sexual. Ni siquiera los encuentros papales con la juventud, a los que asisten sobre todo agrupaciones conservadoras carismáticas, pueden frenar los abandonos de la Iglesia ni despertar más vocaciones sacerdotales.

Precisamente vosotros, como obispos, lo lamentaréis en lo más profundo: desde el concilio, decenas de miles de obispos han abandonado su vocación, sobre todo debido a la ley del celibato. La renovación sacerdotal, aunque también la de miembros de las órdenes, de hermanas y hermanos laicos, ha caído tanto cuantitativa como cualitativamente. La resignación y la frustración se extienden en el clero, precisamente entre los miembros más activos de la Iglesia. Muchos se sienten abandonados en sus necesidades y sufren por la Iglesia. Puede que ese sea el caso en muchas de vuestras diócesis: cada vez más iglesias, seminarios y parroquias vacíos. En algunos países, debido a la carencia de sacerdotes, se finge una reforma eclesial y las parroquias se refunden, a menudo en contra de su voluntad, constituyendo gigantescas "unidades pastorales" en las que los escasos sacerdotes están completamente desbordados.

Y ahora, a las muchas tendencias de crisis todavía se añaden escándalos que claman al cielo: sobre todo el abuso de miles de niños y jóvenes por clérigos -en Estados Unidos, Irlanda, Alemania y otros países- ligado todo ello a una crisis de liderazgo y confianza sin precedentes. No puede silenciarse que el sistema de ocultamiento puesto en vigor en todo el mundo ante los delitos sexuales de los clérigos fue dirigido por la Congregación para la Fe romana del cardenal Ratzinger (1981-2005), en la que ya bajo Juan Pablo II se recopilaron los casos bajo el más estricto secreto. Todavía el 18 de mayo de 2001, Ratzinger enviaba un escrito solemne sobre los delitos más graves (Epistula de delitos gravioribus) a todos los obispos. En ella, los casos de abusos se situaban bajo el secretum pontificium, cuya vulneración puede atraer severas penas canónicas. Con razón, pues, son muchos los que exigen al entonces prefecto y ahora Papa un mea culpa personal. Sin embargo, en Semana Santa ha perdido la ocasión de hacerlo. En vez de ello, el Domingo de Ramos movió al decano del colegio cardenalicio a levantar urbi et orbe testimonio de su inocencia.

Las consecuencias de todos estos escándalos para la reputación de la Iglesia católica son devastadoras. Esto es algo que también confirman ya dignatarios de alto rango. Innumerables curas y educadores de jóvenes sin tacha y sumamente comprometidos padecen bajo una sospecha general. Vosotros, estimados obispos, debéis plantearos la pregunta de cómo habrán de ser en el futuro las cosas en nuestra Iglesia y en vuestras diócesis. Sin embargo, no querría bosquejaros un programa de reforma; eso ya lo he hecho en repetidas ocasiones, antes y después del concilio. Sólo querría plantearos seis propuestas que, es mi convicción, serán respaldadas por millones de católicos que carecen de voz.

1. No callar: en vista de tantas y tan graves irregularidades, el silencio os hace cómplices. Allí donde consideréis que determinadas leyes, disposiciones y medidas son contraproducentes, deberíais, por el contrario, expresarlo con la mayor franqueza. ¡No enviéis a Roma declaraciones de sumisión, sino demandas de reforma!

2. Acometer reformas: en la Iglesia y en el episcopado son muchos los que se quejan de Roma, sin que ellos mismos hagan algo. Pero hoy, cuando en una diócesis o parroquia no se acude a misa, la labor pastoral es ineficaz, la apertura a las necesidades del mundo limitada, o la cooperación mínima, la culpa no puede descargarse sin más sobre Roma. Obispo, sacerdote o laico, todos y cada uno han de hacer algo para la renovación de la Iglesia en su ámbito vital, sea mayor o menor. Muchas grandes cosas en las parroquias y en la Iglesia entera se han puesto en marcha gracias a la iniciativa de individuos o de grupos pequeños. Como obispos, debéis apoyar y alentar tales iniciativas y atender, ahora mismo, las quejas justificadas de los fieles.

3. Actuar colegiadamente: tras un vivo debate y contra la sostenida oposición de la curia, el concilio decretó la colegialidad del Papa y los obispos en el sentido de los Hechos de los Apóstoles, donde Pedro tampoco actuaba sin el colegio apostólico. Sin embargo, en la época posconciliar los papas y la curia han ignorado esta decisión central del concilio. Desde que el papa Pablo VI, ya a los dos años del concilio, publicara una encíclica para la defensa de la discutida ley del celibato, volvió a ejercerse la doctrina y la política papal al antiguo estilo, no colegiado. Incluso hasta en la liturgia se presenta el Papa como autócrata, frente al que los obispos, de los que gusta rodearse, aparecen como comparsas sin voz ni voto. Por tanto, no deberíais, estimados obispos, actuar solo como individuos, sino en comunidad con los demás obispos, con los sacerdotes y con el pueblo de la Iglesia, hombres y mujeres.

4. La obediencia ilimitada sólo se debe a Dios: todos vosotros, en la solemne consagración episcopal, habéis prestado ante el Papa un voto de obediencia ilimitada. Pero sabéis igualmente que jamás se debe obediencia ilimitada a una autoridad humana, solo a Dios. Por tanto, vuestro voto no os impide decir la verdad sobre la actual crisis de la Iglesia, de vuestra diócesis y de vuestros países. ¡Siguiendo en todo el ejemplo del apóstol Pablo, que se enfrentó a Pedro y tuvo que "decirle en la cara que actuaba de forma condenable" (Gal 2, 11)! Una presión sobre las autoridades romanas en el espíritu de la hermandad cristiana puede ser legítima cuando estas no concuerden con el espíritu del Evangelio y su mensaje. La utilización del lenguaje vernáculo en la liturgia, la modificación de las disposiciones sobre los matrimonios mixtos, la afirmación de la tolerancia, la democracia, los derechos humanos, el entendimiento ecuménico y tantas otras cosas sólo se han alcanzado por la tenaz presión desde abajo.

5. Aspirar a soluciones regionales: es frecuente que el Vaticano haga oídos sordos a demandas justificadas del episcopado, de los sacerdotes y de los laicos. Con tanta mayor razón se debe aspirar a conseguir de forma inteligente soluciones regionales. Un problema especialmente espinoso, como sabéis, es la ley del celibato, proveniente de la Edad Media y que se está cuestionando con razón en todo el mundo precisamente en el contexto de los escándalos por abusos sexuales. Una modificación en contra de la voluntad de Roma parece prácticamente imposible. Sin embargo, esto no nos condena a la pasividad: un sacerdote que tras madura reflexión piense en casarse no tiene que renunciar automáticamente a su estado si el obispo y la comunidad le apoyan. Algunas conferencias episcopales podrían proceder con una solución regional, aunque sería mejor aspirar a una solución para la Iglesia en su conjunto. Por tanto:

6. Exigir un concilio: así como se requirió un concilio ecuménico para la realización de la reforma litúrgica, la libertad de religión, el ecumenismo y el diálogo interreligioso, lo mismo ocurre en cuanto a solucionar el problema de la reforma, que ha irrumpido ahora de forma dramática. El concilio reformista de Constanza en el siglo previo a la Reforma acordó la celebración de concilios cada cinco años, disposición que, sin embargo, burló la curia romana. Sin duda, esta hará ahora cuanto pueda para impedir un concilio del que debe temer una limitación de su poder. En todos vosotros está la responsabilidad de imponer un concilio o al menos un sínodo episcopal representativo.

La apelación que os dirijo en vista de esta Iglesia en crisis, estimados obispos, es que pongáis en la balanza la autoridad episcopal, revalorizada por el concilio. En esta situación de necesidad, los ojos del mundo están puestos en vosotros. Innúmeras personas han perdido la confianza en la Iglesia católica. Para recuperarla sólo valdrá abordar de forma franca y honrada los problemas y las reformas consecuentes. Os pido, con todo el respeto, que contribuyáis con lo que os corresponda, cuando sea posible en cooperación con el resto de los obispos; pero, si es necesario, también en solitario, con "valentía" apostólica (Hechos 4, 29-31). Dad a vuestros fieles signos de esperanza y aliento y a nuestra iglesia una perspectiva.

Os saluda, en la comunión de la fe cristiana, Hans Küng**.


**Hans Küng es catedrático emérito de Teología Ecuménica en la Universidad de Tubinga (Alemania) y presidente de Global Ethic.

miércoles, 14 de abril de 2010

DECLARACION FINAL DE LA CUMBRE NUCLEAR


Sin duda se trata de un documento sin precendentes en la historia. En la reciente Cumbre de Seguridad Nuclear de Washington, 47 países vinculados al desarrollo de material bélico nuclear acaban de firmar una declaración para velar por la seguridad del planeta.

En la antesala, Barack Obama (EEUU) se reunió con Hu Jintao (China) logrando superar impasses del pasado e incluso cerrar filas para contrarrestar el plan nuclear de Iran. El contrabando atómico es otro de los temas fundamentales que se trataron durante las exposiciones.

A 65 años de carrera nuclear, el peligro de una hecatombe atómica aun sigue latente, la guerra fría nunca se diluyó tras la caída del muro de Berlin aunque el escenario de hoy sea distinto. Brasil y Turquía han defendido el uso pacífico de la energía nuclear, pero lo más relevante de la cumbre la protagonizó Barack Obama quien ha advertido al mundo sobre un posible ataque nuclear terrorista perpetrado por Al Qaeda.

Los países aliados respaldan ésta posición y opinan que el mundo debe frenar una nueva amenaza, el terrorismo nuclear. La respuesta del lider iraní Mahmud Ahmadineyad no se hizo esperar y calificó a los asistentes de "estúpidos y retrasados".

DECLARACION FINAL, CUMBRE DE SEGURIDAD NUCLEAR, WASHINGTON (EEUU)*

La declaración final, no vinculante, de la Cumbre sobre Seguridad Nuclear organizada por EE UU en Washington ha sido firmada por los jefes de Estado de los 47 países convocados. "Mantener una seguridad nuclear efectiva requerirá esfuerzos nacionales permanentes", señala en su párrafo final, "promoveremos el fortalecimiento de la seguridad nuclear global a través del dialogo y la cooperación con todos los Estados". El documento contiene los siguientes puntos:

-Reafirmamos la responsabilidad de los Estados de mantener una seguridad efectiva de todos sus materiales nucleares, incluyendo materiales e instalaciones nucleares bajo su control, para impedir que agentes que no sean Estados logren la información o la tecnología para el uso de esos materiales con propósitos maliciosos.

-Exhortamos a los Estados a cooperar como comunidad internacional para impulsar la seguridad nuclear.

-Reconocemos que el uranio altamente enriquecido y el plutonio requieren medidas especiales de precaución y promovemos medidas para asegurar, contabilizar y consolidar esos materiales.

-Procuramos que se cumplan todos los compromisos de seguridad nuclear existentes.

-Apoyamos los objetivos de los instrumentos de seguridad nuclear internacional, incluyendo la Convención sobre la Protección Física del Material Nuclear y la Convención Internacional para la Supresión de Acciones de Terrorismo Internacional.

-Reafirmamos el papel esencial del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA).

-Reconocemos el papel y la contribución de Naciones Unidas así como la de la Iniciativa Global para Combatir el Terrorismo Nuclear y la Alianza Contra la Propagación de Armas y materiales de Destrucción Masiva romovida por el G-8.

-Admitimos la necesidad de fomentar la seguridad y la cooperación nucleares a nivel bilateral, regional y multilateral.

-Reconocemos la necesidad de que los Estados cooperen para impedir y responder de manera efectiva a incidentes de tráfico nuclear ilegal y coincidimos en la necesidad de compartir información e experiencias a través de mecanismos bilaterales y multilaterales.

-Reconocemos el papel permanente de la industria nuclear, incluyendo el sector privado, en la seguridad nuclear.

-Apoyamos la aplicación de prácticas rigurosas de seguridad nuclear que no infrinjan en los derechos de los Estados a desarrollar y usar la energía nuclear con propósitos pacíficos.

-Reconocemos que las medidas que contribuyen a la seguridad del material nuclear tienen valor en relación con la seguridad de las sustancias radiactivas y alentamos los esfuerzos para proteger esos materiales.

* Tomado del diario El País, España.