miércoles, 28 de mayo de 2008

MEMORIAS DE RUTA III

fragmento de EL ERRANTE PERPETUO, libro de memorias de ruta que estoy por acabar.


LILU, THE LOVELY HADA:
....¿por qué abril es el mes más triste de todos?, a Lilu le llamaba la atención los ojos tristes de Lorenzo, ella también estaba triste pero no lo dejaba notar, lo cierto es que ambos estaban dañados, incompletos, insatisfechos y desauciados emocionalmente. Apenas se vieron una vez el año pasado y se conocieron dos días antes de éste encuentro, pero tenían muchas cosas que compartir y sentían que eran compañeros de toda la vida.

La brisa marina soplaba con mayor fuerza y la neblina comenzó a trasladarse hacia el malecón, estaban sentados en una banca del "sunset" de Miraflores charlando y mirando el mar, de pronto un grito de mujer rompió la tranquilidad del lugar, ésta pedía auxilio desesperadamente y tanto Lilu como Lorenzo y otras personas que se encontraban en los alrededores se acercaron para saber qué estaba pasando.

Algo grave había sucedido en el puente Villena, éste se había convertido en el escenario de una tragedia, un suicida se había arrojado hacía pocos minutos y por las cosas que comentaban la mujer que pedía auxilio y los curiosos, se enteraron que el desdichado no soportó el agobio que le resultaba vivir sin trabajo y el reciente abandono de su mujer. Lilu y Lorenzo miraban reflexivos el desenlace y se quedaron mudos por varios minutos, observaban los hechos desde lo alto del puente y luego de unos minutos volvieron al Sunset dejando atrás a una multitud creciente de curiosos, una ambulancia que llegaba rauda y bulliciosa y policías que rodeaban el cadáver cuyos sesos estaban desperdigados en la bajada Balta.

Lilu miraba el mar cada vez que quería decir algo.
- "Por qué estás triste?" preguntó.
- "Mi novia se fue a Berlin, se va a quedar un año por allá y en un año, la puedo perder".
- "Te entiendo. Sé cómo es eso, cuando regresas todo cambia".
- "¿y tú, tienes pareja?.
- "Sí, se llama Carlos, él es de aquí, pero voy terminar con él, pues no me siento bien, no me gusta que sea tan dependiente de mí, me pide que me quede y me presiona, siento que no estoy lista para casarme, las personas no debemos mendigar amor"....
- "Tienes razón" - contestó Lorenzo y luego ambos al unísono exclamaron - "El amor debe ser espontáneo".
- "Helen te quiere, te quiere mucho, pero déjala".
- "Siempre pensé eso, siempre pensé que en algún momento, alguien de los dos se iría, ella quiere ser traductora de alemán por eso se fue, yo en cambio tengo otros planes, quiero escribir crónicas de viajes, en realidad era una especie de amor imposible, incompatible por las diferencias personales y profesionales, no quiero seguir hablando de ésto creo que la vida hay que vivirla intensamente, no te parece?.
- "Sí. Mejor brindemos por éste encuentro”.

De ésta manera, abandonaron la grisácea costa miraflorina y se internaron por las calles en busca de vino para celebrar, ya era de noche iban en dirección al parque central, vagabundeaban por la avenida Larco, observaban las tiendas, entraron a una galería para ver pinturas de Tola, había momentos en que no tenían nada que decirse, se miraban y sonreían, la sonrisa de Lilu era un arcoiris. Encontraron una mesa libre en el boulevard de las pizzerías y pidieron una botella de malbec. Luego de una hora tenían que hacer ruta hacia la casa de sus abuelos maternos que viven en la calle Arica, pero en el camino se toparon con un billar al cual no vacilaron en ingresar.

- "¿Sabes jugar billas?", preguntó Lorenzo.
- "Si, pero antes espera..." - metió la mano al bolsillo interno de su casaca para sacar un paquetito envuelto en papel blanco.
- "quieres un poco de yerba"?
- "bueeno".
y se fueron a la espalda de la cuadra. Era como fumar la pipa de la paz, era como romper todas las fronteras que desunen a los pueblos del mundo. Lilu natural de Austin, Texas, USA y Lorenzo de Lima, Perú estaban sellando su amistad dejando atrás los dilemas existenciales. Andaban abrazados cagándose de risa de todo, no se dieron cuenta que le habían dado tres vueltas a la misma cuadra, era recurrente exclamar entre ellos: "oye por aquí ya estuvimos", "ésta calle la conozco" o cosas por el estilo el efecto de skunk holandés estuvo fenomenal, tanto que Lorenzo veía con claridad el aura de Lilu, estaba fascinado con ella, habían brotado los colores de su sonrisa arcoiris. Lorenzo estaba encantado por el hechizo de la pelirroja.

Al rato entraron al billar.
-"Por favor una mesa" - pidió Lorenzo al administrador.
-"Son seis soles la hora".
Fue un problema pagarle al administrador, no porque no tuvieran dinero, sino porque estaban tan "volados" que perdieron la noción del espacio y del tiempo, los movimientos corporales eran lentos y se quedaban parados mirándose las caras, el administrador miraba a la pareja con extrañeza y subió el tono de su voz para reiterar el precio de la mesa: "son seis soles jovencitos!" y fue asi que ambos reaccionaron, pagaron la mesa y les entregaron la caja de billas.

- "Break the balls" invitó Lorenzo a Lilu.
- "All right!! en Austin yo juego mucho con mi amiga Christine".
- "Le voy a dar al rojo siete", exclamó Lorenzo.
De tanta concentración para disparar, apuntó mal y la bola salió volando hasta la mesa contigua, tuvieron que parar el juego para buscar la bola "rojo siete", ella se quitó la casaca, y se dejó ver enterita con su body negro que le quedaba bien ceñido al cuerpo. Lorenzo se quedó hecho una pieza al contemplrarla, su piel de blanca palidez hacía contraste con su ropa negra, su figura menuda, espigadita, potoncita, su cabello rojo, sus ojos azules y sus graciosas pequitas, era un conjunto de estrellas rutilantes en el firmamento. Lorenzo estaba en la nubes, Lilu tenía el porte de las atletas adolescentes que participan en las olimpiadas, se veía como una Nadia Comaneci campeona mundial de gimnasia, muy hermosa.

Lilu se agachó para meterse debajo de la mesa, y Lorenzo también hizo lo mismo buscando la "rojo siete". "Rojo siete", pasión y suerte -pensaba Lorenzo- como si se tratase de un presagio y lo tomó como un juego de palabras, como un juego mental para reencontrarse con la lucidez, el efecto del skunk ya estaba pasando, y la "rojo siete" estaba ahí, reluciente, detrás de una de las bases de su mesa, al parecer la habían pateado desde la otra mesa.

"Aquí está, Lilu", dijo Lorenzo y ella seguía agachada buscando en el piso, Lorenzo se acercó para enseñarsela y tuvieron un roce corporal que no lo pudieron contener. Al rato, ella dio la iniciativa y lo besó debajo de la mesa, ambos tratando de salir sin golpearse, medían sus acciones pero sin dejar de besarse. El beso parecía eterno y entre ambos brotaba música. La gente miraba el espectaculo con gracia y no se hicieron esperar los silbidos y las exclamaciones.

En la sala se escuchaban expresiones de todo calibre desde los "buena brother!", "que buena gringa!" hasta las criolladas más subidas de tono como: "llévatela al telho!" o cosas por el estilo, la sala de billas de la calle Enrique Palacios se había convertido en un chongo mientras la pareja intercambiaba suculentos microbios internacionales.

Sonreían de oreja a oreja, ella dijo: "tu eres my soulmate", y él le contestó: "Tu eres my Lovely Hada". Estaban en trance, como si ambos hubieran encontrado el amor de sus vidas. La experiencia había sido ¡sensacional!....

2 comentarios:

Anónimo dijo...

I can't believe you. Your words still effect me. I miss you. I have had my heart broken and you have made me smile once again.

renzo sanchez dijo...

ahora te das cuenta lo tanto que inspiraste en mi. espero algun dia volver a verte. real love always lilu.